El problema que tienes es que el cambio que haces en func
es un cambio local.
void func(int *p)
{
p=new int();
*p=2;
}
Cuando una función recibe un puntero, lo que sucede es que la dirección de memoria se copia. Esto permite modificar el contenido de dicha memoria y que dichos cambios se puedan observar fuera de la función.
Ahora bien, no hay que olvidar que el puntero f
en realidad es una copia del puntero a
. Es decir, ambos apuntan inicialmente a la misma dirección de memoria... pero cada puntero se encuentra en una posición de memoria diferente.
Esto se puede comprobar facilmente:
void func(int *p)
{
std::cout << "Direccion de p: " << &p << '\n';
std::cout << "Contenido de *p: " << *p << '\n';
}
int main()
{
int *a = new int[1] { 5 };
std::cout << "Direccion de a: " << &a << '\n';
std::cout << "Contenido de *a: " << *a << '\n';
func(a);
}
Con este ejemplo puedes comprobar como a
y f
se encuentran en posiciones de memoria diferentes. Esto quiere decir que los cambios que hagas en f
no se ven reflejados en a
, ya que estos cambios no se están realizando en la memoria que comparten ambas variables.
Para poder inicializar a
dentro de la función es necesario que la función reciba un puntero doble:
void func(int *&p)
{
*p = new int[1]{ 5 };
}
int main()
{
int *a;
func(&a);
std::cout << *a << '\n';
}
O una referencia a puntero:
void func(int *&p)
{
p = new int[1]{ 5 };
}
int main()
{
int *a;
func(a);
std::cout << *a << '\n';
}
En ambos casos lo que consigues es compartir la dirección física de a
, de tal forma que todos los cambios que se hagan en f
se verán reflejados en a
. Estás tocando la misma posición de memoria.
En cualquier caso, usar un parámetro para inicializar una variable es una solución poco elegante. Es preferible usar el valor de retorno:
int* func()
{
retur new int[1]{ 5 };
}
int main()
{
int * a = func();
std::cout << *a << '\n';
}