Una de las muchas razones por las que usar wildcard (from modulo import *
) es una muy mala práctica a la hora de importar.
Cuando usas este método de importación, toda función, clase, variable global, ... disponible en el módulo importado pasa a agregarse al espacio de nombres global actual.
e
(Número de Euler - base del logaritmo natural) es una constante definida en el espacio de nombres del módulo math
y por tanto es importada desde el mismo al usar from math import *
. En el primer ejemplo, al importar todo el contenido de math
después de declara tu variable e
, math.e
solapa a tu variable e
por lo que pasa a valer 2.718281828459045:
√8 ** 2.718281828459045 = 16.88210319127114
sería equivalente a (de forma mucho más legible):
import math
d = 8
print(math.sqrt(math.e ** d)
En el segundo caso, como importas antes de definir tu propia e
, es tu variable la que solapa a la proveniente de math
, por lo que el resultado es el esperado.
No uses from modulo import *
a no ser que quieras de forma consciente y deliberada solapar espacios de nombres (que es para lo que está básicamente pensado) o en algunos contados casos muy particulares. Incluso así, suele ser mala practica incluirlo en código en producción. En su lugar debes hacer:
import math
d = 8
e = 2
print(math.sqrt(d**e))
o bien:
from math import sqrt
d = 8
e = 2
print(sqrt(d**e))
Además de evitar solapamientos indeseados y sus consecuentes errores, ambas formas son mucho más legibles y explícitas, ambas cualidades muy valoradas en el entorno Python (ver zen de Python):
- Explícito mejor que implícito
- La legibilidad cuenta
- Frente a la ambigüedad, evitar la tentación de adivinar.
- Los espacios de nombres son una gran idea, ¡tengamos más de esos!
Aparte de generar código menos legibl, de los solapamientos indeseados y de que no sabes con exactitud que estás importando, terminas poblando el espacio de nombres actual con un montón de cosas que seguramente no vas a usar.