less Veinte.txt | grep "Nautilus" | grep -v -n "Nemo"
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less Veinte.txt | grep -n "18[00-99]"
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AñadoEste es el txt que estoy usando. Este es un fragmento: https://drive.google.com/file/d/1EUVzo-HVoO4gnfL74uu-5Hm64gKEh9xf/view?usp=sharing
-Señor, aunque haya roto usted con la humanidad, quiero creer que no ha renegado de todo sentimiento
humano. Somos náufragos, caritativamente recogidos a bordo de su barco, no lo olvidaremos. En cuanto a
mí, me doy cuenta de que si el interés de la ciencia pudiera absorber hasta la necesidad de la libertad, lo que
me promete nuestro encuentro me ofrecería grandes compensaciones.
Pensaba yo que el comandante iba a tenderme la mano para sellar nuestro tratado, pero no lo hizo y lo
sentí por él.
-Una última pregunta -dije en el momento en que ese ser inexplicable parecía querer retirarse.
-Dígame, señor profesor.
-¿Con qué nombre debo llamarle?
-Señor -respondió el comandante-, yo no soy para ustedes más que el capitán Nemo, y sus compañeros y
usted no son para mí más que los pasajeros del Nautilus.
El capitán Nemo llamó y apareció un steward. El capitán le dio unas órdenes en esa extraña lengua que
yo no podía reconocer. Luego, volviéndose hacia el canadiense y Conseil, dijo:
-Les espera el almuerzo en su camarote. Tengan la amabilidad de seguir a este hombre.
-No es cosa de despreciar -dijo el arponero, a la vez que salía, con Conseil, de la celda en la que
permanecíamos desde hacía más de treinta horas.
-Y ahora, señor Aronnax, nuestro almuerzo está dispuesto. Permítame que le guíe.
-A sus órdenes, capitán.
Seguí al capitán Nemo, y nada más atravesar la puerta, nos adentramos por un estrecho corredor
iluminado eléctricamente. Tras un recorrido de una decena de metros, se abrió una segunda puerta ante mí.
Entré en un comedor, decorado y amueblado con un gusto severo. En sus dos extremidades se elevaban
altos aparadores de roble con adornos incrustados de ébano, y sobre sus anaqueles en formas onduladas
brillaban cerámicas, porcelanas y cristalerías de un precio inestimable. Una vajiHa lisa resplandecía en
ellos bajo los rayos que emitía un techo luminoso cuyo resplandor mitigaban y tamizaban unas pinturas de
delicada factura y ejecución.
En el centro de la sala había una mesa ricamente servida. El capitán Nemo me indicó el lugar en que
debía instalarme.