Javascript
Ejemplo:
###Ejemplo:
PHP
Opción 1: DOMDocument::loadHTML
###Opción 1: DOMDocument::loadHTML
Opción 2: tidy::repairString
###Opción 2: tidy::repairString
###Ejemplo:
###Opción 1: DOMDocument::loadHTML
###Opción 2: tidy::repairString
function getHTML(text) {
let el = document.createElement('div');
el.innerHTML = text;
return el.innerHTML;
}
function validarHTML() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
document.getElementById('txt_invalid')
.style.display = textarea.value != html ? 'block' : 'none';
}
// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
document.getElementById('txt_fix').addEventListener('click', function() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
textarea.value = html;
validarHTML();
});
// Disparamos el evento para validar
validarHTML();
#txt_invalid {
color: red;
display: none;
}
<textarea name="txtContenido" id="txt_Contenido" rows="10" cols="80" class="insertar">
<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
</textarea>
<div id="txt_invalid">
HTML inválido
<button id="txt_fix">Corregir!</button>
</div>
function getHTML(text) {
let el = document.createElement('div');
el.innerHTML = text;
return el.innerHTML;
}
function validarHTML() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
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// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
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let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
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// Disparamos el evento para validar
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<textarea name="txtContenido" id="txt_Contenido" rows="10" cols="80" class="insertar">
<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
</textarea>
<div id="txt_invalid">
HTML inválido
<button id="txt_fix">Corregir!</button>
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Con PHP
, y siguiendo la misma línea, podrías resolverlo usando:
<?php
$text = "<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <br /><br />Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br /><br />Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>";
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$text = "<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <br /><br />Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br /><br />Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>";
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function validarHTML() {
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let html = getHTML(textarea.value);
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// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
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let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
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// Disparamos el evento para validar
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<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
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<button id="txt_fix">Corregir!</button>
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<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
</textarea>
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<button id="txt_fix">Corregir!</button>
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Con PHP
, y siguiendo la misma línea, podrías resolverlo usando:
<?php
$text = "<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <br /><br />Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br /><br />Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>";
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$text = "<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <br /><br />Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br /><br />Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>";
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letel.innerHTML = text;
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function validarHTML() {
let textarea = document.createElementgetElementById('div''txt_Contenido');
el.innerHTMLlet html = getHTML(textarea.value;value);
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.style.display = textarea.value != el.innerHTMLhtml ? 'block' : 'none';
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// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
document.getElementById('txt_fix').addEventListener('click', function() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let elhtml = document.createElementgetHTML('div');
el.innerHTML = textarea.value;value);
textarea.value = el.innerHTML;html;
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});
// Disparamos el evento para validar
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#txt_invalid {
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<textarea name="txtContenido" id="txt_Contenido" rows="10" cols="80" class="insertar">
<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
</textarea>
<div id="txt_invalid">
HTML inválido
<button id="txt_fix">Corregir!</button>
</div>
function validarHTML() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let el = document.createElement('div');
el.innerHTML = textarea.value;
document.getElementById('txt_invalid')
.style.display = textarea.value != el.innerHTML ? 'block' : 'none';
}
// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
document.getElementById('txt_fix').addEventListener('click', function() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let el = document.createElement('div');
el.innerHTML = textarea.value;
textarea.value = el.innerHTML;
validarHTML();
});
// Disparamos el evento para validar
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#txt_invalid {
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<textarea name="txtContenido" id="txt_Contenido" rows="10" cols="80" class="insertar">
<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
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HTML inválido
<button id="txt_fix">Corregir!</button>
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function getHTML(text) {
let el = document.createElement('div');
el.innerHTML = text;
return el.innerHTML;
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function validarHTML() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
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// Validar `HTML` introducido
document.getElementById('txt_Contenido').addEventListener('input', validarHTML);
// Fix `HTML`
document.getElementById('txt_fix').addEventListener('click', function() {
let textarea = document.getElementById('txt_Contenido');
let html = getHTML(textarea.value);
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validarHTML();
});
// Disparamos el evento para validar
validarHTML();
#txt_invalid {
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<p>>El Evangelio de San Marcos (1,21-28) nos muestra a Jesús que enseña “<i>como quien tiene autoridad</i>”. Se trata de una enseñanza nueva, y la novedad de Cristo es precisamente el don de la autoridad recibido del Padre. Ante las enseñanzas de los escribas y doctores de la ley, que también decían la verdad, la gente pensaba en otra cosa, porque lo que decían no llegaba al corazón: enseñaban desde la cátedra, pero no se interesaban por la gente. En cambio, la enseñanza de Jesús provoca asombro, movimiento del corazón, porque lo que da autoridad es precisamente la cercanía, y Jesús se acercaba a la gente, y por eso comprendía sus problemas, dolores y pecados. Porque era cercano, comprendía; y acogía, curaba y enseñaba con cercanía. Lo que a un pastor le da autoridad o despierta la autoridad que le dio el Padre, es la cercanía: cercanía a Dios en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios está perdido– y la cercanía a la gente. El pastor separado de la gente no llega a la gente. Cercanía, esa doble cercanía. Esa es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y se puede conmover ante los pecados, problemas y enfermedades de la gente: ¡deja que el pastor se conmueva! <BR><BR >Los escribas habían perdido la capacidad de conmoverse porque no eran cercanos ni a la gente ni a Dios. Y cuando se pierde la cercanía, el pastor acaba en la incoherencia de vida. Jesús es claro en esto: “<i>Haced lo que dicen</i>” –dicen la verdad– “<i>pero no lo que hacen</i>”. La doble vida. Qué feo ver pastores de doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido la autoridad y llevan esa doble vida. Hay muchos modos de llevar una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy fuerte con ellos. No solo dice a la gente que les escuchen, sino que no hagan lo que hacen. Y a ellos, ¿qué les dice? “<i>Sois como sepulcros blanqueados</i>”: hermosísimos en la doctrina, por fuera, pero dentro, podredumbre. Ese es el final del pastor que no tiene cercanía con Dios en la oración ni con la gente en la compasión. <br /><br />En la Primera Lectura están las figuras de Ana, que reza al Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el viejo Elí, que era débil, había perdido la cercanía, a Dios y a la gente, y pensó que Ana estaba borracha. Ella, en cambio, rezaba en su corazón, moviendo solo los labios. Fue ella la que explicó a Elí que estaba amargada y que “<i>si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción</i>”. Y mientras ella hablaba, Elí fue capaz de acercarse a aquel corazón, hasta decirle que se fuera en paz: “<i>Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido</i>”. Se dio cuenta que se había equivocado, e hizo salir de su corazón la bendición y la profecía, porque luego Ana dio a luz a Samuel. <br><br>Yo diría a los pastores que han llevado una vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: “No perdáis la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A este le fue suficiente mirar, acercarse a una mujer, escucharla y despertó su autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía se cumplió y el hijo le nació a la mujer”. La autoridad, don de Dios: solo viene de Él, y Jesús la da a los suyos. Autoridad al hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre las dos juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Autoridad, y si un pastor la pierde, al menos que no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y despertar la autoridad y la profecía.</p>
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HTML inválido
<button id="txt_fix">Corregir!</button>
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